- ¿Cómo sé que en esta ocasión puedo confiar en ti? -pregunté con timidez
- Shhh. ¿Oyes eso?
No oía nada y se lo dije.
- Es el sonido de algunos muros que se vienen abajo. Los muros que has ido levantando. ¿Los oyes ahora? Ya has empezado a confiar un poco en mí y los muros se están derrumbando.
- No, no oigo nada -contesté con obstinación.
- Da igual -dijo sin darle trascendencia-.
- Mientras yo oiga que se están desmoronando, no importa si tú no eres capaz de hacerlo.
- No lo entiendo -dije-. ¿Cómo va a ayudarme eso a reencauzar mi vida?
- Dímelo tú -me sonrió con expresión paciente.
Vaya, ahora iba a hacerme sudar.
- Bien, supongo que quizás he levantado algunos muros bastante sólidos a lo largo de los años -respondí pensativa-. Ya sabes, muros que me impiden creer en ti. Y también he utilizado esos muros para mantener a raya a otra mucha gente.
Hizo un gesto de asentimiento pero no dijo nada. Supuse que aquello significaba que aún quería oír más.
- Y me gustan mis muros -insistí-. Me han protegido. También han impedido que me hicieran daño.
- Y también han mantenido mucho miedo encerrado dentro –añadió-. Es por eso por lo que son tan peligrosos. Te impiden ver lo que es real.
- Vale -admití-, pero ¿qué es todo eso de traspasarlos? ¿Estás diciendo que tengo que derrumbar esos muros a los que tantos años he dedicado, hasta construirlos a la perfección?
- No -me dijo-. Eso sería demasiado trabajoso. Es más sencillo saltar por encima de ellos. Ya sabes, funcionar a pesar de ellos. Es simple: ignóralos. No es tan duro como piensas. La parte difícil es aprender a no construir más. Concéntrate en superarlos.
Estaba confundida. No tenía ni idea de por donde empezar. Mis muros me habían servido de mucho y no estaba segura de querer desprenderme de ellos.
- Sé que no es fácil, pero es la única posibilidad que tienes si quieres que tu vida cobre algún sentido…
- Shhh. ¿Oyes eso?
No oía nada y se lo dije.
- Es el sonido de algunos muros que se vienen abajo. Los muros que has ido levantando. ¿Los oyes ahora? Ya has empezado a confiar un poco en mí y los muros se están derrumbando.
- No, no oigo nada -contesté con obstinación.
- Da igual -dijo sin darle trascendencia-.
- Mientras yo oiga que se están desmoronando, no importa si tú no eres capaz de hacerlo.
- No lo entiendo -dije-. ¿Cómo va a ayudarme eso a reencauzar mi vida?
- Dímelo tú -me sonrió con expresión paciente.
Vaya, ahora iba a hacerme sudar.
- Bien, supongo que quizás he levantado algunos muros bastante sólidos a lo largo de los años -respondí pensativa-. Ya sabes, muros que me impiden creer en ti. Y también he utilizado esos muros para mantener a raya a otra mucha gente.
Hizo un gesto de asentimiento pero no dijo nada. Supuse que aquello significaba que aún quería oír más.
- Y me gustan mis muros -insistí-. Me han protegido. También han impedido que me hicieran daño.
- Y también han mantenido mucho miedo encerrado dentro –añadió-. Es por eso por lo que son tan peligrosos. Te impiden ver lo que es real.
- Vale -admití-, pero ¿qué es todo eso de traspasarlos? ¿Estás diciendo que tengo que derrumbar esos muros a los que tantos años he dedicado, hasta construirlos a la perfección?
- No -me dijo-. Eso sería demasiado trabajoso. Es más sencillo saltar por encima de ellos. Ya sabes, funcionar a pesar de ellos. Es simple: ignóralos. No es tan duro como piensas. La parte difícil es aprender a no construir más. Concéntrate en superarlos.
Estaba confundida. No tenía ni idea de por donde empezar. Mis muros me habían servido de mucho y no estaba segura de querer desprenderme de ellos.
- Sé que no es fácil, pero es la única posibilidad que tienes si quieres que tu vida cobre algún sentido…
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