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viernes, 29 de mayo de 2009

Fiesta!

Vuelven... Sí, después de tres años encerrada entre cuatro paredes y en compañia de muchos apuntes y libros, vuelvo a disfrutar de los Moros y Cristianos de mi ciudad :)

Ver como la gente seguia callejeando mientras yo esperaba ese bus con destino a la universidad; volver a casa y ver como todos se preparaban para salir; no poder presenciar ese ambiente festero de las calles, unas con más movimiento que otras, entre muchísimas cosas más, era especialmente duro :(

Para superarlo, sólo se necesita fuerza de voluntad; pensar que te toca estar jodida unos años, para luego cogerlo con más ganas, con una ilusión que nunca habrías podido imaginar... Además, descubres que estas fiestas te gustan más de lo que pensabas!

Así es que, viendo que no hay posibilidad de cambiar esta coincidencia, animo desde aquí a todos aquellos que teneis que estudiar estos días y os deseo mucha suerte!! ;)



P.D: Haciendo un poco de publi, foto "robada" del blog de mi tio http://peabody.mifotoblog.com/, gran aficionado a la fotografía! :D

lunes, 11 de mayo de 2009

¿Dónde nacer?


Últimamente he oido hablar mucho sobre este tema. Hay a quienes nos hace pensar que dar a luz en nuestra propia casa no es una alternativa descabellada, sino una posibilidad de traer un hijo al mundo de una forma más natural, íntima y cómoda. A mi, desde luego, me impactó la primera vez que lo vi...
¿Tú también piensas que la cama es el lugar más importante del mundo?

martes, 21 de abril de 2009

El sentido del conocimiento...

Habría que reflexionar sobre aspectos como la jornada escolar. Deberíamos llegar a ofrecer una propuesta distinta, que podría ser una jornada continuada que tuviera otras alternativas por la tarde. En cuanto a los contenidos, ahora lo central es la competitividad: son importantes para ser competitivo en inglés, en informática… Como lo demás no interesa, se está haciendo un barrido de la información más o menos integral, que debería ser muchísimo más completa. También creo que hoy en día no se hace militancia en nada: ocupamos el tiempo haciendo cosas, pero no hay “foros de debate”. Habría que conseguir lugares o momentos para poder reflexionar. Otra cuestión: la mayoría de los profesores va a clase, da lo que toca y se va. Es así de triste. Y luego están los problemas de disciplina, las presiones de las familias, los problemas con los compañeros, la falta de tiempo para todo…

lunes, 29 de diciembre de 2008

Muerte en la carretera

Más de cincuenta muertos se han cobrado ya las carreteras. Y aún no ha mediado la Navidad. Ni ha llegado la noche horrenda en la que tantos parecen querer despedir un año y recibir otro luciendo todas las galas de su ruidosa vulgaridad y su estulticia. ¿Qué cifras tendremos el siete de enero? ¿Qué siniestro regalo de vidas truncadas, familias deshechas, amores y amistades rotas nos dejarán este año los Reyes Malos de la velocidad y los coches? ¿Cuántas soledades no empezarán estos días? ¿Cuántas miradas de amor no tendrán como objeto más que las fotografías?
Mueren los fumadores, víctimas de su placer. Mueren los bebedores y los drogadictos, victimas de su insatisfacción. Mueren los enfermos, víctimas de males contra los que miles de científicos y médicos luchan a diario. Pero, ¿de qué es víctima el que muere en la carretera? ¿Del placer de la velocidad? ¿De la sensación de poder que da conducir una máquina poderosa y bella? ¿Del mal estado o trazado de las carreteras, o de fallos mecánicos? Estos serían los menos. Tengo para mí que la mayoría muere a causa de la despreocupación y del azar. Serían síntomas que harían de esta muerte la más representativa de un estado de cosas en el que hace ya muchos años vivimos.
Sobre el azar poco hay que decir. Solo que la carretera le da más posibilidades de jugar con nosotros de las que ha tenido nunca: dos máquinas buscando una circunstancia en la que su encuentro sea mortal para quienes van en ellas. Algo fatídico, en la que cuentan décimas de segundo. En cuanto a la despreocupación, creo que tiene que ver con un relativismo extremo, resuelto en un nihilismo de masas que quita todo valor a todo; con el mercado y el consumo como leyes universales, impuestas con más rigor de lo que ningún credo religioso o político lo fue jamás; con la transmutación de valores que se opera en el universo de la publicidad, según el cual solo se puede ser consumiendo, porque sólo se es lo que se tiene; con un sentido enfermo y compulsivo del viaje, que ha desaparecido como tal -ir placentera y tranquilamente de un lugar a otro- para convertirse en apurada llegada a una meta; con la confusión entre lo importante y lo urgente; con una aceleración y una prisa –las más de las veces injustificadas- que apremian como demonios interiores.
¿Cómo podrían evitarse estas muertes? No solo con la mejora de las carreteras o la revisión de los coches –lo que, desde luego, rebajaría mucho su número-, sino sobretodo con esa forma de autoestima y de amor a los otros que, en los conductores, se llama prudencia. El problema es que, si lo primero se logra con una buena gestión de los recursos públicos y la debida atención a nuestros coches, lo segundo es más difícil. Porque se conduce como se vive, se vive como se es o como nos obligan a ser; y cambiar el ser –o las condiciones que lo determinan- es más difícil que cambiar el firme de una carretera o el aceite de un coche. Es una cuestión, sobre todo, de valores.